Puntos clave
1. Hablar es medicina para la calidad de vida
Hablar, en cualquiera de sus formas, no solo añade vitalidad a los años sino también años a la vida.
El poder del habla. Hablar es una actividad humana natural que está íntimamente relacionada con la buena salud y la satisfacción general con la vida. La medicina moderna ha ampliado su misión de curar enfermedades para incluir el fomento de actividades que mejoran nuestra calidad de vida, y el habla se ha convertido en un remedio esencial en esta "medicina de la calidad de vida".
Bienestar integral. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, no solo la ausencia de enfermedad. La psicología positiva, fundada por Martin Seligman, también se enfoca en identificar y promover lo mejor de la condición humana. El autor, Luis Rojas Marcos, ha comprobado en su medio siglo de práctica médica y psiquiátrica que el lenguaje hablado es fundamental para:
- Proteger la autoestima.
- Gestionar nuestra vida.
- Disfrutar de la convivencia y las relaciones afectivas.
- Estimular el bienestar físico, mental y social.
Más allá de la curación. Al igual que la píldora anticonceptiva o el ejercicio físico, que no curan enfermedades pero mejoran la calidad de vida, el habla es una herramienta poderosa. Su uso continuado, como señaló Lamarck, fortifica nuestras capacidades. Este ensayo busca compartir el conocimiento científico que demuestra el papel fundamental del lenguaje hablado en la promoción de la salud y una longevidad vigorosa.
2. El lenguaje se forja en el cerebro y se moldea en la infancia
Hoy sabemos que la capacidad de hablar es una habilidad natural programada en nuestros genes, que se localiza y regula en el cerebro.
Un instinto innato. La capacidad de hablar es una habilidad natural, programada en nuestros genes, que se desarrolla espontáneamente gracias a los estímulos vocales del entorno durante la infancia. Las principales áreas cerebrales responsables del lenguaje, Wernicke (creación y comprensión de palabras) y Broca (vocalización), se localizan en la mitad izquierda del cerebro en la mayoría de las personas.
El período crítico. Los primeros cinco años de vida constituyen el período crítico para aprender a hablar correctamente. La exposición temprana al lenguaje hablado es indispensable; de lo contrario, es probable que nunca se logre una fluidez completa. Los niños sordos de nacimiento, por ejemplo, si no se exponen al lenguaje de signos en esta etapa, tendrán grandes dificultades para comunicarse de mayores.
El entorno familiar. Los niños progresan más rápido en el desarrollo del lenguaje en entornos habladores y afectuosos. Cuantas más palabras escuchen, mayor será su vocabulario y su capacidad de comprensión. Las investigaciones de Betty Hart y Todd R. Risley demostraron que los niños de familias más locuaces no solo tienen un vocabulario más rico, sino que también logran un mejor rendimiento escolar en la adolescencia.
3. La personalidad y la cultura definen cómo hablamos
La personalidad se consolida entre los dieciséis y dieciocho años, y una vez afianzada es bastante estable.
Genotipo y fenotipo. Nuestra forma de ser y de hablar es una combinación de nuestro genotipo (genes heredados) y nuestro fenotipo (la expresión de esos genes influenciada por las experiencias y el entorno). Desde el nacimiento, los bebés muestran rasgos incipientes de su temperamento, como la placidez o la expresividad, que luego son moldeados por factores externos, especialmente durante la infancia y adolescencia.
Extraversión e introversión. Carl Jung fue pionero en describir los tipos de personalidad, destacando la dimensión extroversión-introversión. Las personas extrovertidas prefieren el lenguaje social, son comunicativas y sociables, dirigiendo su energía hacia el exterior. Por el contrario, las introvertidas se concentran en su mundo interior, disfrutan de la reflexión y practican más el lenguaje privado.
La influencia cultural. La cultura de un país, con sus creencias, acuerdos y normas, moldea profundamente el lenguaje y la forma de hablar. Por ejemplo, en sociedades individualistas como la estadounidense, se valora la expresión abierta de opiniones y sentimientos, e incluso se glorifica la felicidad. En contraste, en culturas colectivistas como la japonesa, el silencio y la reflexión son más apreciados, y la expresión abierta de emociones no es tan común.
4. El bilingüismo y las mascotas enriquecen nuestra comunicación y salud
Hablar más de una lengua tiene beneficios evidentes en un mundo cada día más permeable y globalizado.
Ventajas del bilingüismo. Los seres humanos nacemos con la capacidad de aprender múltiples lenguas, y el bilingüismo ofrece beneficios prácticos y cognitivos. Además de facilitar la comunicación global y el conocimiento de otras culturas, hablar varios idiomas mejora las habilidades intelectuales y protege contra el deterioro cerebral relacionado con el envejecimiento.
Salud cerebral. Investigaciones han demostrado que los niños bilingües tienen mejor memoria de trabajo y mayor capacidad para realizar actividades simultáneas, ya que sus dos sistemas lingüísticos permanecen activos y fortalecen las conexiones neuronales. En adultos, el bilingüismo retrasa la aparición de síntomas de demencia, como el Alzheimer, en un promedio de cinco años.
El poder de las mascotas. Hablar con animales domésticos, una costumbre ancestral, ha demostrado tener efectos terapéuticos significativos. Sigmund Freud ya utilizaba a su perro Jofi para facilitar la comunicación con pacientes ansiosos. Las mascotas:
- Reducen la ansiedad y la soledad.
- Estimulan la comunicación y el afecto.
- Fomentan la introspección, ya que al hablarles, a menudo escuchamos y procesamos mejor nuestros propios pensamientos.
- Aumentan los niveles de dopamina y serotonina, produciendo sensaciones placenteras y calmantes.
5. El lenguaje privado es clave para la autoestima y la gestión de la vida
Sin duda, aprender y practicar el arte de hablarnos es de gran utilidad a la hora de fomentar sentimientos agradables, defender nuestra autoestima y protegernos del desánimo y del sentimiento de indefensión.
El auditorio íntimo. La introspección, la capacidad de examinarnos y hablar con nosotros mismos, es una facultad humana especial. En este "auditorio íntimo", actuamos como comentaristas, oyentes y jueces de nosotros mismos, y damos más credibilidad a nuestro lenguaje interior que al social. Los soliloquios son el instrumento principal de nuestro "departamento ejecutivo" cerebral para aprender, dirigir nuestro rumbo y superar desafíos.
Moldeando la autoestima. Desde pequeños, construimos una narrativa de nosotros mismos que influye en nuestra autoestima. Las palabras que nos decimos en privado, sean positivas o negativas, moldean nuestra valoración personal. Una autoestima saludable se acompaña de expresiones de competencia y sentimientos de satisfacción, mientras que la baja autoestima se asocia con autocrítica y desconfianza.
Autoguía y autocontrol. Nuestros monólogos internos son esenciales para la autoguía y el autocontrol. Nos ayudan a:
- Retener información (Ebbinghaus, Vygotski).
- Localizar e identificar objetos visualmente (Lupyan).
- Darnos instrucciones en tareas difíciles ("el pie sobre el acelerador").
- Distanciarnos emocionalmente de situaciones comprometidas.
- Estimularnos en momentos de desaliento ("¡Sigue! ¡No te rajes!").
6. La resiliencia se nutre de un lenguaje interior optimista y de control
Quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo vivir.
Resistencia y flexibilidad. La resiliencia humana, esa mezcla de resistencia y flexibilidad para superar adversidades, se sustenta en pilares donde el lenguaje privado juega un papel principal. Un mensaje interior crucial es situar el centro de control dentro de uno mismo, convenciéndonos de que dominamos las circunstancias y que el resultado está en nuestras manos, en lugar de depender de fuerzas externas.
El poder del optimismo. La perspectiva optimista es un rasgo fundamental de la resiliencia. Se manifiesta en la tendencia a recordar sucesos positivos, la esperanza de que lo deseado ocurrirá y la capacidad de explicarnos las adversidades como pasajeras y de impacto limitado. Este lenguaje esperanzador fomenta el "Sí, puedo" y nutre la fuerza de voluntad para alcanzar objetivos.
Conexión y significado. La conexión afectiva con otras personas es un elemento necesario de la resiliencia, ya que el apoyo social nos ayuda a superar los escollos de la vida. Además, en tiempos difíciles, el lenguaje privado nos permite buscar y articular el sentido de nuestra vida, encontrando motivaciones concretas como el amor, una misión esencial o la determinación de no rendirse, lo que nos impulsa a luchar y seguir adelante.
7. La conversación terapéutica sana el alma y el cuerpo
Al hablar organizamos nuestros pensamientos, estructuramos y damos argumento a experiencias confusas y validamos nuestras emociones.
El desahogo verbal. Verbalizar y compartir nuestras dificultades y preocupaciones produce un desahogo emocional significativo. Esta práctica no solo organiza nuestros pensamientos y valida nuestras emociones, sino que también reduce la intensidad emocional de lo que nos estresa, minimizando la posibilidad de que se enquiste en el inconsciente.
La psicoterapia como herramienta. La conversación es el instrumento curativo indispensable en todas las modalidades de psicoterapia. Desde sus raíces en la filosofía y la religión, hasta las modernas terapias cognitivas, interpersonales o psicodinámicas, la psicoterapia ayuda a personas de todas las edades a:
- Aliviar síntomas como la ansiedad y la depresión.
- Resolver conflictos en relaciones.
- Adaptarse a cambios y superar adversidades.
- Abordar dilemas existenciales y mejorar el bienestar emocional.
Catarsis y sanación. Expresar con palabras experiencias dolorosas o traumáticas, aunque inicialmente cause ansiedad, ayuda a convertirlas en recuerdos más comprensibles y llevaderos. La catarsis, el proceso de desbloquear y verbalizar traumas reprimidos, permite integrar estas vivencias en la historia personal, evitando que se conviertan en focos crónicos de estrés y angustia.
8. Hablar más se asocia a una vida más larga y saludable
La persona oficialmente más longeva del planeta de todos los tiempos falleció en 1997, a la edad de 122 años. Jeanne Louise Calment había nacido en la ciudad francesa de Arles, en febrero de 1875, y suscitó una gran curiosidad entre los investigadores por su dilatada y vigorosa vida.
Longevidad y personalidad. La personalidad es uno de los factores que más influyen en la esperanza de vida. Estudios sobre centenarios demuestran que, además de ser habladoras, cordiales y sociables, estas personas muestran una actitud positiva ante la vida, un temperamento estable y son eficaces en la toma de decisiones.
La extraversión como protector. La extraversión, caracterizada por la comunicabilidad, la sociabilidad y la apertura a emociones positivas, es el rasgo de personalidad más asociado a la longevidad. Sus efectos son directos, al fomentar el apoyo social y reducir la inseguridad, e indirectos, al vincularse a estados de ánimo positivos y satisfacción con la vida.
- Las personas comunicativas se involucran más y tienen más relaciones.
- La expresividad verbal tiene efectos protectores sobre el corazón y las arterias.
- Buscan ayuda médica más pronto, previniendo o tratando enfermedades.
Optimismo y conciencia. La extraversión se potencia con una perspectiva optimista, la conciencia (sentido común) y la estabilidad emocional. El optimismo, que implica recordar sucesos positivos y esperar lo mejor, se ha vinculado a una menor mortalidad por diversas causas. La conciencia, por su parte, impulsa hábitos de vida saludables y la atención a la salud, mientras que la estabilidad emocional proporciona resistencia al estrés.
9. Cuidado con el silencio y las palabras tóxicas
Los «debería» se imponen en nuestro vocabulario privado cuando pensamos que estamos obligados a ser, a sentir o a comportarnos de formas idealizadas o incompatibles con nuestra manera de ser, o incongruentes con nuestras emociones o prioridades del momento.
El peligro del "debería". En nuestras conversaciones privadas, a menudo nos juzgamos con dureza y nos imponemos expectativas inalcanzables mediante el uso de "debería". Estos "debería" irreflexivos son venenosos, ya que alimentan sentimientos de fracaso, desmoralización y desesperanza al crear una distancia insalvable entre nuestros ideales y nuestras posibilidades reales.
Pensamientos automáticos negativos. Otra forma de lenguaje tóxico son los pensamientos automáticos y las declaraciones dogmáticas negativas, a menudo basadas en generalizaciones erróneas. Creencias como "la gente es egoísta", "cualquier tiempo pasado fue mejor" o "somos desdichados por definición" impregnan nuestro vocabulario y nos roban la ilusión, afectando negativamente nuestro estado de ánimo y el de nuestros interlocutores.
La pasividad del "Que sea lo que Dios quiera". Eliminar expresiones como "Que sea lo que Dios quiera" de nuestro vocabulario es crucial para la resiliencia. Las personas que sitúan el centro de control dentro de sí mismas y creen que sus decisiones cuentan, responden con mayor determinación ante el peligro y tienen más probabilidades de sobrevivir que aquellas que delegan su destino en fuerzas externas, lo que lleva a la pasividad y la indefensión.
10. La comunicación efectiva requiere preparación y empatía
La gente se olvida de lo que dices, se olvida de lo que haces, pero nunca se olvida de cómo los haces sentirse.
Tú eres el mensaje. Al hablar en público o en situaciones sociales importantes, nuestra presentación verbal es clave. No solo importan las palabras, sino también el tono de voz, las expresiones faciales, los gestos y nuestro estado emocional. La primera impresión se forma en segundos y puede ser duradera, por lo que es vital ser consciente de cómo nos presentamos.
Preparación y conexión. Para conversaciones importantes, es fundamental prepararse:
- Identificar objetivos y fundamentos.
- Elegir el momento y lugar adecuados.
- Programarse emocionalmente para mantener la templanza.
- Ensayar el mensaje, buscando claridad, neutralidad y empatía.
El impacto emocional. Las emociones son contagiosas y se transmiten a través de nuestras palabras y nuestro tono. Una sonrisa sincera, un tono sereno o la expresión de emociones apropiadas facilitan la conexión con la audiencia. Recordando la cita de Maya Angelou, lo que realmente perdura en la memoria de los demás es cómo los hacemos sentir, no solo lo que decimos o hacemos.
11. No esperes al último adiós para expresar tus sentimientos
Es un hecho comprobado que las despedidas o separaciones de personas queridas son más llevaderas emocionalmente si hemos expresado nuestros sentimientos positivos a lo largo de la relación y, sin duda, antes del adiós.
La inevitabilidad de las despedidas. La vida está marcada por encuentros y despedidas, y aunque la fantasía de "juntos para siempre" es atractiva, los lazos de cariño son a menudo temporales. Las separaciones, sean deseadas o imprevistas, tienen un impacto emocional, y es crucial haber expresado nuestros sentimientos positivos antes de que ocurran.
El arrepentimiento del silencio. En el lecho de muerte, muchos pacientes lamentan no haber expresado su cariño y agradecimiento a sus seres queridos, o no haber reparado relaciones rotas. Los esfuerzos por conectar y comunicar estos sentimientos, incluso en los últimos momentos, tienen efectos consoladores y duraderos, tanto para los pacientes como para sus familiares.
Palabras que perduran. Las palabras de amor y gratitud, especialmente en momentos de despedida, se convierten en reliquias imborrables. Como demostraron las llamadas de las víctimas del 11 de septiembre, expresar el amor antes de un final inminente es un acto poderoso. No esperar al "último adiós" para verbalizar nuestro afecto, gratitud y buenos deseos a quienes han sido importantes en nuestra vida es un consejo vital para nuestra paz emocional.
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Reseñas
Somos lo que hablamos explores the power of language in social communication and internal thoughts. Readers find it accessible and informative, praising its insights on bilingualism, self-talk, and communication's impact on longevity. Some criticize its superficiality and repetitiveness, while others appreciate its scientific basis and practical advice. The book highlights the importance of positive language, social interaction, and internal dialogue for mental health and personal growth. Overall, readers recommend it for those interested in psychology and communication, though opinions on its depth vary.
